Madre, Hija, Hermana, Esposa y Viuda de minero

Lota,Coronel,Cuenca del Carbón
Mujer vendiendo "pan de Lota", Revista Sindical Chilena.

Mujer vendiendo "pan de Lota", Revista Sindical Chilena.

La división de tareas del género, se hacían más rígidas por la intervención de las políticas de la Compañía. Frente a las duras condiciones de trabajo del minero del carbón, las mujeres debían asumir un rol de compañeras fundamentales para la subsistencia familiar, el orden social y la salud del minero:

"La falta al cumplimiento de los roles propiamente femeninos habría generado mayores pérdidas a las empresas en la medida que sus trabajadores se habrían visto expuestos a mayores y constantes enfermedades y, por tanto, ausencias laborales" (Figueroa, 2009 p. 235).

La convivencia de las mujeres en los espacios comunes de los pabellones, fortaleció su asociación e identidad vinculada a su experiencia como mujeres de la Cuenca del Carbón. La definición de su condición se establecía en relación al parentesco con la figura del minero.

"Ellas conversaban en los lavaderos, se contarían sus penas, cuando iban a cocer el pan en el horno común también, ahí se encontraban y conversaban y se contaban cómo era el marido, si les pegaba o no les pegaba, porque aquí todas las mujeres por lo general eran golpeadas en ese tiempo, porque el hombre era demasiado machista" Rosa Pinto (Entrevista PROMEG, 2013).

Sobreponiéndose a las regulaciones sobre el trabajo, las mujeres de igual manera desarrollaron actividades para aumentar los ingresos familiares. La producción de pan en los hornos comunitarios , el lavado de ropa, fueron algunas de éstas.

Hasta el día de hoy estas prácticas se reconocen como parte de la identidad del carbón, continuando la producción del pan lotino y el chinchorreo. Actualmente, un número importante de mujeres chinchorreras continúa recolectando carbón en el mar.

Otra característica que ocupan las mujeres aún se refiere a su condición de viudas. Las muertes de los mineros por enfermedades como la silicosis y los accidentes, significaban un gran temor para las mujeres.

La muerte del minero, significaba el desalojo de su casa. No existía pensión para éstas, sino sólo una opción de trabajo en la Fábrica Cerámica de Lota o en el Hospital:

"habían muchas viudas, habían señoras que tenían muchos hijos y la mayoría eran viudas, [...] a esa gente la recibían inmediatamente porque eran viudas de mineros, entonces era como una obligación de integrarlas, pero las que éramos particulares era muy difícil, costaba" Oda Novoa Ríos (Entrevista PROMEG, 2013).

En 1916 se denunciaba cómo las Compañías se relacionaban con las mujeres de los mineros accidentados, impidiéndoles entrar al hospital o reteniendo los cuerpos de los fallecidos. Esto llegaba al punto de alterar incluso los horarios de los funerales para que los mineros no pudieran asistir y no detener las faenas (La Razón, 29 de junio de 1916).

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