Museo Regional de Rancagua

Karen Contreras Peralta: herencia y autonomía

Karen Contreras; Doñihue; chamanto; chamanteras; María Peralta; Generalda Caiceo;

Artesana de tradición de Doñihue e investigadora, representa la quinta generación de chamanteras en su familia.

Karen Contreras Peralta. Museo Regional de Rancagua.

Karen Contreras Peralta. Museo Regional de Rancagua.

Karen Contreras Peralta. Museo Regional de Rancagua.

Nacida y criada en la comuna de Doñihue, ubicada en la provincia del Cachapoal a 22 Km. de la ciudad de Rancagua, Karen Contreras Peralta se presenta como una artesana de tradición de la quinta generación de chamanteras de su familia, con influencias tanto por la línea materna como paterna.

Según lo que le ha contado su madre, María Peralta, también conocida chamantera, Karen comenzó a tejer a los cinco años. A esa edad hacía pequeñas “chaucheras” que su abuela llevaba para vender en el Campeonato Nacional de Rodeo que se realiza en Rancagua, conocido como el “champion”. Sin embargo, cuando nace su primer hijo en 2003 decide comenzar a tejer de manera profesional, como una actividad compatible con los cuidados que éste requería por ser prematuro.

Postulada como Tesoro Humano Vivo el 2009, reconocida con el Sello de Excelencia el 2011 y con el reconocimiento Unesco Artesanías del Mercosur el 2012, ha participado en diversas ferias nacionales e internacionales. De manera colectiva, el 2015 el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INAPI) otorgó a la Comuna de Doñihue su Denominación de Origen a traves de gestiones de la Agrupación de Chamanteras. Karen Contreras es integrante del Comité de Expertos que protege esta Denominación de las marcas Chamantos y Mantas en Doñihue.

“Empezar a entrelazar” y “desenredar la madeja”

Un interés por profundizar en la historia del chamanto ha motivado a Karen a desarrollar diversos proyectos de investigación y rescate de esta tradición textil:

“el 2009 empecé con esta inquietud, se había otorgado el Premio a lo Chileno de IANSA a las chamanteras de Doñihue y era necesario saber más sobre el chamanto. Yo dije debe haber un origen, tengo que empezar a entrelazar. Realizaba talleres en diferentes zonas de la región, entonces pensé si voy a empezar a rescatar técnicas de otros lados, tengo que rescatar también la mía”.

Así comenzó a ordenar diferente información que, por un lado, provenía de las enseñanzas de sus mayores, y por otro lado, a partir del contacto directo con diferentes textiles que eran llevados a su casa, por diversas personas, para ser tasados. De esta manera, emprendió la búsqueda de sus informantes, corraleros de mayor edad, que le permitieron conocer las historias de los chamantos. 

Archivo personal Karen Contreras Peralta.

Archivo personal Karen Contreras Peralta.

Archivo personal Karen Contreras Peralta.

Como tejedora, su investigación traspasa lo teórico, por lo que sus proyectos han considerado la creación de diversas piezas. “Técnicas del pasado”, su primera iniciativa financiada por Fondart, consideró ocho piezas incluyendo el primer chamanto por ella identificado de origen jesuita.

Diversos viajes, pruebas de hilado, de teñido y tejido dan origen a “Chamantos, la historia contada desde el telar” su proyecto de libro, donde se reunirá su experiencia de tres años en el rescate de esta tradición textil, desde una visión que vincula las modificaciones en los chamantos con las transformaciones históricas del mundo huaso.

Chamanto tejido en lana. Karen Contreras Peralta. Museo Regional de Rancagua.

Chamanto tejido en lana. Karen Contreras Peralta. Museo Regional de Rancagua.

Chamanto tejido en lana. Karen Contreras Peralta. Museo Regional de Rancagua.

De la virtud a la autonomía

“A comienzos de siglo las tejedoras hilaban su lana, la torcían y la teñían con tinturas vegetales extraídas de plantas de los alrededores de Doñihue; son de esta época las piezas con gamas de beige y rosas suaves. Luego de algunas variaciones se dejó de utilizar la lana que fue reemplazada por el algodón y desde los años 40 se utiliza la variedad mercerizada fabricada por Hilos Cadena, su nombre comercial es Hilo Chamantero”
(Guajardo, 1998)

Las transformaciones de la materia prima utilizada, junto a la modificación de los telares y algunas técnicas más tradicionales asociadas al tejido y a la preparación de las fibras, se relacionan directamente con cambios sociales y culturales, dentro de los cuáles podemos observar la propia experiencia de vida de las mujeres tejedoras y las relaciones de género.

Karen recuerda una cita de un libro que describe cómo una tejedora debía entregar el dinero, obtenido por la venta de su chamanto, a su esposo para que lo administrase, orgulloso de las virtudes de su mujer. Esta referencia toma distancia cuando conversamos sobre su abuela, Generadla Caiceo, quien además fue su principal maestra.

Generadla ya a los 15 años producía un cinturón que diariamente iba a vender a la “Doñihuana”, esto le llevó a ser una mujer que temprano logró ser muy independiente económicamente. Relata Karen:

“siempre tuvo su carácter, era la matriarca, ordenaba todo el cuento…yo me di cuenta que cuando dejó de tejer fue como que le hubieran cortado las alas, porque ella siempre se acuerda que con sus chamantos compró sus primeras propiedades y eso a ella la llenaba de orgullo. Siempre ella se sintió orgullosa de eso, que le dio educación a los hijos…mi tata entró al Teniente cuando ellos ya estaban grandes. Cuando estuvo sin trabajo ella sostenía la casa. Ella siempre mantuvo un poder económico importante”.

Señala además que para ella ha significado la misma autonomía, que le ha permitido criar a sus hijos y con esfuerzo tener un buen ingreso económico. Reconoce que ciertamente esta independencia ha generado conflictos en diversas generaciones con el modelo masculino proveedor.

Chamanto tejido en hilo. Karen Contreras Peralta. Museo Regional de Rancagua.

Chamanto tejido en hilo. Karen Contreras Peralta. Museo Regional de Rancagua.

Chamanto tejido en hilo. Karen Contreras Peralta. Museo Regional de Rancagua.

Si bien las mujeres pudieron comenzar a administrar sus ingresos a partir del tejido, el chamanto y el rodeo siguió siendo un campo masculino hasta el 2010, que es cuando las mujeres pueden correr por primera vez en una medialuna. Karen, atenta esta transformación diseño una Faja de mujer corralera, que se basa en “la misma técnica y los mismos colores de la chamantería, pero pensando en el cuerpo femenino. La idea es que, tal como sucede con los chamantos, cada faja sea única e irrepetible” (CNCA 2013: 149).

Esta preocupación por visibilizar el protagonismo de las mujeres tras una prenda masculina que opera en un circuito que las ha marginado de lo público, se expresa en su próxima exposición que será inaugurada en marzo del 2018, en la cual presentará nueve chamantos, cada uno nombrado en homenaje a nueve chamanteras representativas de diferentes familias de Doñihue y de diversas generaciones.

Actualmente, Karen está asociada con su madre bajo la marca Entretelares.

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